LEYENDO LOS «CUADERNOS» DE HEIDEGGER (I)

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Por Iñaki Urdanibia.

Siguen publicándose las polémicas reflexiones del discutido filósofo.

« La claridad. La claridad de lo explicable, de lo indubitable, de lo que resulta de evitar la contradicción, no es en su esencia ninguna claridad, pues esta solo puede alumbrar ahí donde la oscuridad está y donde fuerza como fundamento del pensar, es decir, donde la oscuridad no desaparece con la claridad, sino que se despliega »

« El coraje para la filosofía es el saber acerca del hundimiento necesario del «ser ahí». Porque la filosofía únicamente puede resolverse en el ánimo de un coraje así, comparte con todo lo esencial (con todo lo que forma parte de la fundamentación de la verdad de la diferencia de ser) la preferencia de lo escaso. No toma partido por los «instruidos», ni por los «creyentes», ni por los calculadores, ni por el amontonamiento de quienes nunca son demasiados».

La segunda entrega de los Cuadernos negros (publicados, como la primera, por la editorial Trotta, 2017) que corresponden a los años 1938-1939 son, como lo son todos los hasta ahora publicados y por lo leído, como un banco de pruebas , como unas rumias a modo de tanteos y cavilaciones que complementan la obra del pensador germano, perfilan su andamiaje conceptual, y hasta completan sus obras publicadas: en este último punto, aun a riesgo de repetirme, señalaré que resulta cuando menos curioso que el “pastor del Ser” diese las pertinentes indicaciones con respecto a la publicación de tales cuadernos (hasta entonces “íntimos”) tras finalizar la publicación de sus obras completas, como culminación de ella; hay quienes cebados por la empresa de demolición del autor y su obra, han utilizado sin reparos un argumento ad hominem que podría resumirse como sigue: en las obras publicadas, Heidegger usaba un hermético lenguaje con el fin de hacer pasar por altura filosófica lo que de hecho no era más que pura “filosofía nazi”, antisemitismo, racismo, anti-humanismo, espíritu anti-democrático incluidos; así pues, el “mago de la Selva Negra” no hizo en vida más que engañar a sus lectores con sus palabrería en los límites del esoterismo. ¡ Y con que potencia llevó a cabo el supuesto engaño! . En fin, dejo para más tarde – para el siguiente artículo- lo llamativo que resulta el supuesto engaño que a tantos, y tantas mentes potentes, arrastró al tragar ruedas de molino, o conformarse con el gato que se les servía en nombre de una sabrosa liebre.

La publicación de estos dichosos ( no me refiero a ningún tipo de dicha, aunque en algunos sí que la ha provocado ya que lo que en ellos se dice confirma sus tesis sobre el nazismo filosófico del pensador del que hablamos) cuadernos, provocaron desde el inicio, al llegar las primeras noticias acerca de ellos, una enorme polvareda que no hacía sino reavivar el cíclico debate en torno a Heidegger , su persona y su obra.

Si en la primera entrega (acerca de la que di cuenta en esta misma red: http://kaosenlared.net/textos-ocultos-de-heidegger/ ) se recogían las anotaciones y reflexiones en los años que iban de 1931 a 1938, y quedaba meridianamente claro que no se trataba de cuitas personales del filósofo sino que su empeño de que se publicasen era debido a que tales notas conservaban un innegable contenido filosófico, insertándose en la historia del Ser, como así quedaba claro en su lectura, también es verdad que en algunos aspectos yendo más lejos, o hablando más claro , que en sus libros, la senda que se sigue en las reflexiones VII-XI que se recogen en la presente ocasión es la misma que en las anteriores, es decir que estamos ante los tanteos, dudas, ensayos, giros, que el pensador escribía sobre los perfiles de su quehacer, al mismo tiempo que se posicionaba igualmente ante algunos asuntos relacionados con sus pasos en el campo académico, acerca de las invitaciones que se le ofrecían para dictar conferencias, etc., etc., etc.

Son varias las ideas que irrumpen con fuerza en diferentes entradas de sus reflexiones, ideas que se repiten y que son expuestas en diferentes estados de elaboración. Así una de las ideas-fuerza es la de la identificación con la idea de un nuevo comienzo ante el agotamiento de la metafísica occidental, que ha sido absorbida por el dominio de la técnica, y con la implantación de una ideología deudora del cristianismo ( y su plasmación laica: el humanismo); «la primera vez que lo “católico” ganó su forma auténtica fue con el jesuitismo: he aquí el modelo occidental para toda obediencia incondicional, para la desactivación de toda voluntad propia, para la firme decisión a favor de la «organización» y el dominio de la propaganda y la auto-justificación por medio de la degradación del enemigo y del aprovechamiento de todos los medios del “saber” y del poder, para el falseamiento del saber y del poder haciéndolos pasar por descubrimiento propio, para la disposición historiográfica de la historia, para la glorificación de la voluntad y la marcialidad de lo soldadesco dentro de lo católico, para la postura fundamental del estar en contra (contra-reforma). En este sentido esencial, lo “católico”, en cuanto a su procedencia histórica, es romano —español—. No tiene nada de nórdico, y sobre todo no tiene nada de alemán». La búsqueda de este nuevo comienzo, de la que hablo, va indisolublemente unido al pueblo alemán, que es el que ha de jugar el papel emancipador en el destino, como muestran las figuras de Nietzsche y Hölderlin, en especial; queda claro lo que él entiende por misión del pueblo germano armado de su lengua: «la esencia de los alemanes. Que les esté permitido quedar aferrados a su lucha por su esencia, y que solo siendo tal lucha sean el único pueblo que ellos pueden ser […] sin vacilar en el margen del tiempo que se le ha dado por su orgullo esencial […] Ser alemán: echarse a los hombros la carga más íntima de la historia de Occidente proyectándola hacia el futuro […] Los alemanes no podrán entender su destinación occidental , ni menos aún podrán cumplirla, si no están equipados con la originalidad de su lenguaje, el cual una y otra vez tiene que encontrar el camino de regreso a la sencilla palabra inacuñada y avenirse con ella , donde la cercanía de la diferencia de ser sustenta y renueva la capacidad acuñadora del decir» Según se puede deducir, aunque de hecho está explícitamente planteado, se da una indisoluble unión entre el pueblo alemán cuya esencia es la lucha y la decisión y cuya lengua es la propia para extender el pensamiento en busca de las raíces del ser ( antes del olvido de éste), recuperando el papel que este -el lenguaje y el consecuente pensamiento- tuvieron en la Grecia clásica, siendo por ello mismo, los únicos capaces de tomar el relevo para dirigir a la humanidad . Los desacuerdos con respecto al partido en el poder, el nacionalsocialista, quedan claramente expuestos, ya que al fin y a la postre su comportamiento avanza por los pagos de la utilidad de la maquinación y del uso de la técnica, que a pesar de todas las diferencias es la senda seguida por el comunismo, el americanismo y la democracia ( siempre con la sombra del judaísmo); así como sus esperanzas están del lado del idealizado pueblo, el partido o el movimiento que inicialmente habían suscitado en él ciertas esperanzas de acabar con todas las mentiras implantadas a lo largo de los siglos, han sido defraudadas, ante el desviacionismo nazi y ante la pérdida del impulso espiritual / cultural que había creído ver; sin obviar las propias autocríticas con respecto a su tan manido discurso del Rectorado: «Autoafirmación de la universidad alemana », indicando , en una mirada hacia atrás, que no se debía, de ninguna de las maneras para llevar adelante los cambios « aguardar al “nacionalsocialismo” , así como tampoco aquel preguntar puede pretender que lo considere “nacionalsocialista”…ya que los nacionalsocialistas están poniendo en relación unos ámbitos que, inmediatamente apremian a la vez de forma diversa a tomar una decisión sobre la esencia y la destinación de los alemanes, y por tanto sobre el destino de occidente » – para añadir, en una pregunta retórica que como tal ya contiene la respuesta, mirando hacia el mismo lado- que « apropiarse de la «cultura» como medio de poder, y por tanto afirmarse pretextando una superioridad, es en el fondo un comportamiento judío. ¿Qué resulta de ahí para la política cultural en cuanto tal?»

Así, a distinto nivel, señala las maquinaciones propias de ese pueblo sin tierra que se basa en el cálculo – se refiere abiertamente al judaísmo («una de las figuras más ocultas de lo gigantesco, y quizá la más antigua, es la habilidad a la hora de calcular y desplazar y mezclarlo todo de forma confusa, con lo cual se fundamenta esa falta de mundo que es la propia del judaísmo») – ha contagiado en cierta medida amén de, a los ya nombrados, bolchevismo, al americanismo y a la democracia («para la consumación de la Modernidad, lo único que ofrece garantías es un mundo humano que ya tendencialmente ha rehusado toda meditación sobre aquello que porta y conduce a la época en su concepción del ser, de la verdad y del hombre[…] las denominadas “democracias occidentales” – que encarnan la Modernidad – se han estancado. Desde ahí no se toma ninguna decisión, especialmente ninguna decisión de la meditación esencial sobre la figura inicial de una historia distinta del ser»), llegando a penetrar hasta en el propio comportamiento de la burocracia nacionalsocialista; destacable en ese terreno es el ajuste del Dasein del terreno individual al colectivo, plasmándose en una comunidad de destino y de decisión , cuya misión queda clara – como queda señalado – y que resulta patente por la grandiosa presencia de los poetas. No faltan, por ora parte, los elogios a las raíces, al campo como modo de vida auténtico que se refleja, tanto en el paisaje, como en la cercanía de la naturaleza y la lejanía de los valores urbanos, absolutamente dominados por la ciencia, que aun siendo necesaria, ha pretendido usurpar, hasta la anulación, el papel de la filosofía (ejemplo sobresaliente que queda patente según el autor en el positivismo). Sus delimitaciones de los respectivos campos entre la originaria filosofía y la ciencia son traídos a colación una y otra vez, y así como la segunda surgió de la primera, al despegarse ha entrado en un terreno en el que no es necesario que piense (afirmación – “la ciencia no piensa”- que se ha prestado a todas las interpretaciones interesadas y malévolas que se quiera), en la medida en que la ciencia actúa y no necesita para hacerlo reflexionar sobre sus postulados, y su propio estatus, una y otra vez, lo cual no es el caso de la filosofía, ya que ésta « tuvo que volverse imposible y sigue siendo necesaria para esta época…siendo su papel primordial mantener en marcha una meditación primordial, sin miramientos, y sin apoyos , y arriesgarse al campar mismo de la verdad como lo más digno de ser cuestionado », en esa misma onda se detiene en dos problemas: 1) que casi parece que haya que justificarse para filosofar, y 2) que los pensamientos que se desvían de los caminos trillados, intempestivos, resultan denostados y rechazados como fútiles; así «arriesgarse al extravío consuma la admisión del espacio que esos extravíos intentan instaurar. Los caminos habituales se dejan pasar revista. Toda exposición de un camino primordial, si tiene en general una legitimación, se convierte a su vez en un camino, renunciando con ello a hacer presentaciones y a dar informes», con lo cual dejaba claras las dificultades con las que tropezaba con otros colegas, más obedientes con el movimiento nacionalsocialista.(conste que la desconfianza era mutua, ya que la jerarquía del partido veía a nuestro hombre como un ser díscolo que no parecía dispuesto a marchar en fila sin chistar…demasiada iniciativa). .

Aspectos más concretos y también abstractos aparecen reflejados en las anotaciones presentadas: con respecto a los primeros pueden verse sus preocupaciones ante las invitaciones, por ejemplo, a disertar sobre Rainer Maria Rilke, tarea ante la que muestra su sinceridad – dice no comprender su poesía lo cual no quita para que la respete al considerar que es el de alto nivel poético- , y de paso ya, elogia la poesía de Hölderlin como verdadera palabra que sirve para tratar de recuperar el pensamiento originario del ser, se permite igualmente algunas comparaciones del autor de la Elegías de Duino con Stefan George, señalando que ni el uno ni el otro han de servir de apoyo al gigante autor de Hiperión; con respecto a la importancia de la poesía hölderliniana, la relaciona con los pensamientos de los presocráticos, muy en especial con los de Parménides y Heráclito, que eran los momentos del pensamiento del ser, que luego cayó en el olvido y el abandono. Muestra también su disgusto por la música de Richard Wagner a la que considera alejada del espíritu y más propiamente «dirigida al vientre»; del mismo modo que ya en el campo propiamente filosófico, se detiene en elucubraciones sobre la diferencia ontológica (ser / ente), del mismo modo que elogia la meditación como vía para la recuperación de los impulsos renovadores-revolucionarios podríamos decir- iniciales, que desde luego nada tiene que ver con la meditación cristiana ni con la duda cartesiana, sino que se traduce en un recogimiento sobre la esencia de la filosofía tal y como se despliega en tanto que metafísica a partir de un saber historial irreductible a una simple conocimiento histórico. Arregla cuentas igualmente con la mirada historiográfica, al distinguir la Historia como porvenir del Dasein, caracterizando su extensión entre nacimiento y muerte de la historia como ciencia histórica, poniéndola en relación con la temporalidad.

La lectura del volumen exige como no podía ser de otro modo, atención, paciencia y esfuerzo, y más tratándose de los apuntes de un autor especialmente hermético, exponiendo sus balbuceos en su “diario filosófico”; y si digo “paciencia” no me refiero a que por momentos resulten un tanto intragables sus opiniones -que también, en especial sabiendo lo que sabemos a estas alturas de la película -, algunas de ellas señaladas líneas arriba , sino por la complejidad de lo expuesto a lo cual no ayuda, obviamente, la diseminación y la repetición de algunas constantes que asoman por diferentes partes del discurso; sin olvidar que el pensador germano nunca persiguió – ni en su obra y menos en estos notas- una construcción de un sistema cerrado, sino que utilizó un pensamiento hecho de caminos y sendas (Holzwege), algunas de ellas como las del monte que no llevan a ninguna parte, perdiéndose en la espesura del bosque – del que hay que hallar los claros-, allá en donde se halla la iluminación (Lichtung), situación relacionada con el desvelamiento , la aletheia de los griegos ; un pensamiento plasmado en fugas, en esquivas y quiebros con el propósito de huir de las redes de la metafísica, e intentando crear un nuevo lenguaje para tan gran empresa. Le gustaba decir al filósofo que «no hay filosofía heideggeriana».

Vemos al filósofo en medio de su laberinto («la soledad es lo más escaso, y es una necesidad del ser, en la medida en que ella se obsequia con sus abismos al ser ahí” del hombre»), solitario y abismado, y somos pillados como lectores en los sinuosos vericuetos de éste…a lo cual se ha de sumar, el bagaje con el que abrimos el libro: ya que, se quiera o no. el espíritu de cazador, en pos de hallar los deslices y los delirios políticos del pensador, acompañan a cualquiera que tenga interés por adentrase en estos textos. Unos, con el fin de hacer más leña del árbol caído, hallando más pruebas para la condena, sin remisión del autor de Ser y Tiempo, otros para ver hasta dónde llegaba su nazismo, y en qué medida dichos posicionamientos infectan o estaban presentes en su obra filosófica, y para a partir de ahí preguntarse qué se puede / debe hacer con Martin Heidegger.

Con la lectura del filósofo germano me viene a la cabeza aquella frase que Aristóteles escribía en su Retórica: si se filosofa por que se filosofa, si no se filosofa para explicar por qué no se filosofa, el caso es que siempre se filosofa, y soy de la opinión de que tal callejón sin salida, es aplicable al caso de Heidegger, con quien no se puede evitar la discusión. Es decir, si alguien está interesado por la filosofía parece indiscutible que vaya a parar, con mayor o menor profundidad, en algunas obras del pensador, considerado por no pocos como el mayor, o al menos uno de los mayores, filósofos del siglo pasado; si, tras algunas de las cosas escuchadas con respecto a él (no hace falta estar muy interesado por esa cosa llamada filosofía, ya que el tema es de orden general, prensa mediando), uno tiene interés por saber hasta dónde llega la verdad de lo que se dice -por tierra, mar y aire- se acercará a leer al autor, del mismo modo que lo harán, o al menos deberían hacerlo, quienes afirman sin mayores matizaciones que Heidegger era un nazi perdido, rezumando su obra tal filiación, lo que les conduce a mantener de modo sumario que no lo van a leer… en fin, que el caso es que resulta prácticamente imposible huir de las redes del mago de la Selva Negra, aunque también queda otra salida más tajante y expeditiva que consistiría, ampliando la condena recién expresada, en prohibir – de uno u otro modo algunos han llegado a proponer retirar sus obras de las bibliotecas y evitar su presencia en los planes de estudio – la lectura de ese peligro para la juventud… esto último , a mi modo de ver, sería como arrojar por el desagüe el niño con el agua del baño, además de suponer una desmedida influencia del filósofo germano en los pagos gregarios… pero estas cuestiones las dejo para el artículo siguiente, del mismo modo que dejo las valoraciones al respecto….que no me voy a escaquear.

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