SE CALLÓ UNA VOZ INTEMPESTIVA

Por Iñaki Urdanibia

Este pasado día 24 cesó de latir la intensa vida de unos de los más potentes intelectuales del panorama alemán, Hans Magnus Enzensberger; había nacido en noviembre de 1929 en Kaitberen, Baviera. Cursó estudios de Filología germana, Filosofía y Literatura en diferentes universidades alemanas, completando sus estudios en la Sorbona parisina. Finalizados los estudios se dedicó a la enseñanza hasta 1957. A partir de entonces sus intervenciones no cesaron tanto en forma de libros, como conferencias en diversos países ya que sus viajes fueron frecuentes no pocas veces a lugares en donde se fraguaban hechos de importancia emancipadora. Su escritura se plasmó más allá de fronteras rígidas, y así sus incursiones que comenzaron en el marco de la poesía se ampliaron a ensayos de muy diversas temática: sociológica, histórica, política, ecología, divulgación matemática y económica, sin obviar el campo de la narrativa y de los textos autobiográficos.

Participó en los grupos de intelectuales posteriores a la segunda guerra, tratando de marcar nuevos rumbos para su país que supusiesen una radical ruptura con el pasado; en el mismo orden de cosas puso en marcha diferentes publicaciones culturales, convirtiéndose también en traductor y en editor, abriendo las puertas del mercado literario de sus país a escritores de otros lares.

Su implicación en lo referente a la hospitalidad debida a los migrantes se tradujo en diferentes obras sobre el tema, allá por los años noventa, tarea que continuó en obras posteriores y en tiempos en los que el flujo de gentes venidas de otras zonas aumentó de manera exponencial.

Compromiso que siempre le hizo marchar a su ritmo, sin temer la soledad de las posturas que huía del prietas las filas y del consiguiente gregarismo, lo que quedó claro desde sus primeros pasos, alejado de la izquierda oficial para inlinarse del lao de la nueva izquierda.

NO quisiera repetirme a la hora de retratar a este todoterreno, para lo que me conformaré en este artículo de recuerdo y homenaje, por lo que me conformaré en enviar al artículo que publiqué hace ya algunos años, en julio de 2018, en esta misma red (Hans Magnus Enzensberger, una voz contra la autoridad – Kaos en la red ), y un par de artículo que tengo a mano que vieron la luz en el diario Gara y que dan fe de la variedad de resgistros en los que se desenvolvía el inagotable quehacer del ahora desaparecido:

+ Un huracán del pensamiento

Hans Magnus Enzensberger

El perdedor radical. Ensayos sobre los hombres del terror

Anagrama, 2007.

No conozco ningún ensayo del alemán Hans Magnus Enzensberger que deje indiferente al lector, que deje las cosas como estaban, que sean mera plasmación del romo sentido común. En el autor de una certera aproximación a la Vida y muerte de Durruti se da la clara tendencia a salsear, a revolver, a poner las cuestiones tratadas del revés… y ello hasta los gigantescos límites señalados en el título de este comentario. A nadie mejor que al bávaro le casa el título de ensayista, ese género surgido de la mano del señor de la Montaigne, que intentaba dar cuenta de lo que es (en francés essais, en latín esse es el infinitivo del verbo sum=ser), pues asunto que trata asunto que es abordado desde ópticas no trilladas y consagradas por el uso, o por el abuso, para intentar aprehenderlo en su esencia.

En la presente ocasión la escrutadora mirada del autor se detiene en los autores de actos de violencia extrema, y en sus posibles justificaciones o falta de ellas, ya sea en casos aislados en los que parece asomar una locura asesina sin motivo explicable, o en los casos – dominantes desde el 11S al menos – que pretenden hacer justicia, vengar algún agravio, o luchar contra el infiel. Busca en estos distintos ejemplos, Enzensberger el denominador común que puede conducir a algunos humanos a matar sin pestañear, y al por mayor, y lo halla en el resentimiento que anida en algunos humanos por supuestos o ciertos(o ambos a la vez) desprecios sufridos.

Trata de trazar el perfil de tales individuos, que pueden ir – como digo – desde quien entra en un colegio armado y la emprende a tiros con tutti quantti, a la herida alma alemana de entreguerras, o más de actualidad al fenómeno del terrorismo islamista. No hubiese estado mal – si bien como es obvio el centro de gravedad de una obra lo erige el autor de la obra- tratar de explicar cómo impecables padres de familia, esposos, novios…torturan hasta el ensañamiento más vil a indefensos prisioneros en Iraq, o cómo magníficos ciudadanos yankis mantienen en Guantánamo a peligrosos terroristas en unas condiciones que claman al cielo y a sus supuestos habitantes (ya sea Alah o God)…ya que todos estos últimos sujetos no responden al perfil asesino de los perdedores radicales, sino quizá al de los ganadores radicales que teniendo siempre razón han de imponerla siempre y en todos los lados, pero bueno…Enzensberger se centra en lo que se centra, y lo hace muy centrado en el descentramiento de las ideas recibidas.

En veloces pinceladas nos muestra el papel del orgullo masculino (en una cultura religiosa-como en todas, añado- que lo femenino queda relegado y/o despreciado) herido que clama venganza, una cultura -la árabe- brillante en otras épocas y en declive ahora, cuestión que se traduce también en lo económico ya que aun siendo poseedores de petróleo, por ejemplo, han de recurrir a los odiados occidentales para extraerlo, tratarlo, etc. Una religión excluyente y despectiva donde las haya para con las mujeres -como queda dicho-, para con los demás, o con los “traidores” dentro de ella… La amalgama entre infiel, responsable de todos los males morales, económicos, políticos, etc. es el humus en el que algunos se erigen en representantes de los desheredados del mundo para atacar no solo los símbolos del enemigo…sino a pobres currantes tanto de aquí como de allá.

Lectura no recomendable para quien tenga todas las cosas claritas, sino para quienes amen verse sacudidos por la confrontación de ideas… con la inseguridad y la duda del pensamiento, y hasta con el desacuerdo que puedan provocar algunas afirmaciones del autor del libro.

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+ Como la espuma

Hans Magnus Enzensberger

Josefine y yo

Anagrama, 2008.

Recuerdo hace ya unos cuantos años haber visto, en la tele, a un caballero de profesión peluquero que relataba cómo en sus tiempos en el establecimiento en el que trabajaba se preguntaba al cliente, en primer lugar, a ver si quería conversación, y en caso de ser afirmativa la respuesta se encadenaba con la siguiente pregunta que consistía en saber si el cliente quería que la cháchara fuese a favor o a la contra, dependiendo de la combatividad y las ganas de discutir del día en cuestión. Al protagonista de esta novela corta del polifacético Hans Magnus Enensberger, Joachim, no le hace falta ese tipo de preguntas, ni tampoco se le plantean las discusiones sin cuento en peluquería alguna, sino que es en el domicilio un tanto destartalado de una señora de setenta y cinco años, Josefine. En tal casa berlinesa vive la anciana con una sirvienta, Fryda, que por momentos se comporta como una verdadera hermana, que cuida de la salud de la otra, y en otras como quien estando de vuelta de todo, tras los más de cincuenta años de convivencia, aguanta sin dejar de exteriorizar cierto hastío por las crecientes manías de la dueña.

Todo comienza cuando un día a la anciana desde una moto le dan un tirón arrancándole el bolso; por allá pasaba un economista de nombre Joachim que espontáneamente arrea una patada a la moto y recuperando la bolsa robada se la devuelve a su dueña. Esta le invita a tomar el té en su casa, y desde entonces, todos los martes el joven asiste al domicilio a tomar el té con la señora, siendo servidos ambos por Fryda, como si de un ritual sacro se tratase; y lo digo ya que desde el primer día el visitantes se siente incómodo por el descaro y el carácter voluble de la anciana que habla de lo divino y lo humano sin cortarse ni un pelo. Para todo tiene algo, y como la espuma. ella siempre tiene que quedar arriba con sus razones, si es caso cambiándolas y luego simulando haber olvidado haber afirmado anteriormente lo contrario. Todo es pasado por el verbo crítico hasta lo hiper por esta señora que en su juventud había sido cantante de ópera, y había tenido una vida acomodada, si bien en el presente vive en unas condiciones que podríamos calificar de precarias y de gastos reducidos hasta el límite (en la casa reina un cierto desorden un notable abandono, y la calefacción deja mucho que desear).

En tales circunstancias-como decía- Josefine saca a relucir tema tras tema agotando prácticamente todos los posibles que van desde la moda, al arte de vanguardia, a la alta cultura y sus servidumbres, la reunificación alemana, el amor y el sexo, la política internacional, la justicia, el aborregamiento que supone el fútbol…la señora habla sin cortapisas y su verbo no conoce los límites de lo impronunciable, ella traspasa las fronteras de lo decible, ignorando los bordes de lo políticamente correcto. Nuestro hombre se las ve y se las desea para poder soportar, en muchas ocasiones, las afirmaciones rotundas y rozando el autoritarismo y el desdén hacia sus semejantes, o hacia las grandes – y muchas veces huecas – palabras como justicia, soldaridad, etc. A pesar de la incomodidad que provoca, el joven sigue asistiendo a su cita semanal, intentando mantenerse dentro de los límites de la educación y el respeto hacia las canas, cosa que le resulta harto difícil de conseguir debido al carácter combativo de la gruñora y cascarrabias señora.

A lo largo de la relación, y en el contacto con la sirvienta, averiguará ciertos episodios del pasado, celosamente guardados por Josefine, y también la causa de la pobreza en la qu ahora sobreviven.

Calificaba líneas arriba al escritor bávaro como polifacético, y es que desde luego se ha movido por todos los registros habidos y por haber (ensayo, poesía, divulgación matemática, mediología, ecología, historias noveladas, guiones cinematográficos, etc.); este carácter poliédrico de Enzensberger hace que en muchas ocasiones del libro uno pueda ver en las opiniones intempestivas de Josefine, el ventilador Enzensberger en pleno movimiento socrático… agitando, removiendo las ideas recibidas, haciendo pensar, dinamizando ideas… haciendo que, como lo señala el protagonista de esta novela corta, resulte deseable que la gente de alrededor de los treinta tengan cerca una Josefine, un Enzensberger.

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