ÉTIENNE BALIBAR, LA IGUALIBERTAD

Por Iñaki Urdanibia.

Una interesante recopilación de ensayos.

«En el punto de partida de la política se encuentra siempre lo insoportable»

                                                (Michel Foucault)

Tras comenzar su carrera de la mano de Louis Althusser, con quien colaboró, junto a Jacques Ranciére, Pierre Macherey y Roger Establet, en la publicación de «Lire Le Capital», Etienne Balibar (1942) y después de algunos trabajos sobre el materialismo histórico y la dictadura del proletariado, se fue desmarcando de las posturas cientifistas propias del maestro para abrir su quehacer a una vía nueva, que a través de su estudio sobre Spinoza, fue desembocando en aspectos relacionados con la ciudadanía, la concepción de una unión europea diferente construida desde abajo, acerca de lo que propuso un manifiesto que halló amplio eco en el mundo intelectual de la izquierda,… por la onda del pensamiento posmarxista.

Precisamente una muestra variada de por dónde van sus intereses desde hace algunos años se puede hallar en el libro, que recopila textos diversos, que acaba de publicarse en Herder: «Igualibertad» que recoge intervenciones escritas entre 1989 y 2009. La obra está dividida en tres bloques: el primero, Enunciación e institución de los derechos, el segundo , Soberanía, emancipación, comunidad (algunas críticas) y el tercero, Por una democracia sin exclusión; a esto se ha de añadir un texto inicial de apertura. La antinomia de la ciudadanía y otro que supone el cierre. Resistencia-Insurrección- Insumisión.

Desde el principio se pone el acento en la tensión y balanceo que se da entre el concepto de ciudadano y el de democracia que en no pocas ocasiones se suelen dar como si de presupuestos idénticos se tratara, cuando es claro, como se empeña en subrayar Étienne Balibar, que no coinciden sino que esta identificación es utilizada para embellecer el régimen actual de democracia recortada. Es a través de las luchas de emancipación como se ha logrado en algunas situaciones que se combinen los presupuestos de libertad (liberalismo) con los de igualdad (socialismo). Es por esa senda por la que el autor reivindica la democracia no como algo acabado sino como una organización social y política siempre en marcha, siempre abierta; en ese orden de cosas el objetivo que él señala es democratizar la democracia ante los recortes y la neta desvirtualización de la democracia a que la somete la globalización neo-liberal, poniendo el acento en que si la combinación propuesta se realiza será a través de las luchas, en el uso de la desobediencia cívica – que debería estar incluida en los textos legales -, la insumisión y la resistencia.

En uno de los artículos, la mirada se centra en los problemas de la ciudadanía y su entronque con la institución mientras que en otros se trata de asuntos que se han convertido en obligada disputa en el seno de la sociedad francesa: la cuestión del velo, el siempre debatido y candente asunto de la laicidad, la propuesta de co-ciudadanía referida a los inmigrantes que el ensayista propone que tengan los mismos derechos que los ciudadanos locales, y las revueltas de las banlieues, crujidos que aun siendo locales han trascendido las fronteras hexagonales ya que apuntan a cuestiones que no son particularidades francesas sino que tienen un recorrido más amplio. Algunos de esos temas ya los había tratado en su obra de 1988 – con Immanuel Wallerstein – convertida en un clásico ya: «Race, Nation, Classe. Les idéntités ambigúes», y en otros textos fronterizos. Añadiré como anécdota sintomática que Balibar fue expulsado del PCF, debido precisamente a la denuncia que realizó del recurso a los bulldozers en Vitry y Montigny-lès-Cormeilles en 1980 y 1981, por parte de los alcaldes comunistas de estas localidades, Paul Mercieca y Robert Hue que hicieron desalojar a la fuerza a los trabajadores inmigrados…

Nos hallamos ante una serie de lecciones de filosofía política (disciplina impura), pero no entendida como la disciplina clásica sino en la onda de penser autrement los conceptos básicos de ciudadano, institución, derechos humanos, emancipación, participación, representación, violencia, conflicto, Estado-nación, universalismo… más no moviéndose por la nebulosa del hiper-ouranos platónico sino que lo hace pisando tierra, entrelazando las reflexiones teóricas con sus aplicaciones prácticas, y zambulléndose en la complejidad de las situaciones enfocadas y revisando en no pocas ocasiones la génesis y desarrollo de las nociones utilizadas. Esta complejidad que señalo se puede observar en lo que hace a la ciudadanía y su plasmación en la Europa de las fronteras que a su vez es una frontera basada en la exclusión con el problema añadido que resulta una labor infructuosa el tratar de hallar una identidad europea clara y distinta. Se ha de tener en cuenta que el Viejo Continente está compuesto en su mayoría de gentes venidas, que no cesan, de otros lugares, de ahí que la UE se haya edificado, según las interpretaciones más al uso, o bien desde una óptica contractualista que deja de lado a cantidad de ciudadanos, sin derechos, o desde una óptica naturalista que supondría una supuesta, e inexistente, identidad: judeo-cristiana u otra… No elude las referencias y análisis de los clásicos, así sus derivas por el individualismo lockeano, propio del liberalismo en contraposición / intercambio con la visión colectiva del socialismo, y más en concreto de Karl Marx.

De todas estas cuestiones trata Balibar entrando en debate amistoso, pero sin pelos en la lengua, con Rancière – a quien se aproxima en lo que hace a la reclamación de la parte de lo sin parte, pero se aleja en el repelús que éste muestra con respecto a la filosofía política-, señalando lo que a su modo de ver son incoherencias: así su rechazo a las propuestas de Hannah Arendt sobre la filosofía política al tiempo que mitifica la democracia griega, cuestión en la que, quiera o no, coincide de manera absoluta con la filósofa. Muestra sus puntos de contacto en lo que hace al poder constituyente con Negri, añadiendo que tal poder es siempre en trance de rehacerse, de recomponerse dependiendo de la correlación de fuerzas, y del estado de la lucha de clases que siguiendo las enseñanzas de Poulantzas también atraviesa el propio Estado; la disputa que en su momento mantuvieron el griego y Balibar es revisitada a pesar de lo obsoleto que pueda resultar la controversia entre el eurocomunismo del primero y el neoleninismo del segundo, centrada en la cuestión del Estado – no solamente como arma de dominio – con referencias a la importancia de las enseñanzas de Antonio Gramsci [de interés resultan sus reflexiones sobre la guerra de posiciones que le lleva a encararse con el problema de la violencia – no violencia / antiviolencia – que tiene resonancias con su “Lenin y Gandhi: un encuentro fallido” recogido in «Violence et civilité…»Galilée, 2010)]. También muestra sus desacuerdos con Badiou en lo que hace al rechazo de este a prestar caso a los temas institucionales y de civilidad; del mismo modo que se las ve con Roberto Esposito y su concepción de la inmunidad y la biopolítica, o con Laclau y su concepción del populismo, con respecto al que Balibar sostiene que sí que resulta pertinente oponer al populismo xenófobo creciente un populismo de izquierda que le haga frente. De gran interés resulta igualmente la reivindicación del derecho a la desobediencia civil, para lo que se apoya en las lecciones de Arendt, poniendo especial énfasis en el teorema de la pensadora acerca de los seres superfluos

No supone lo dicho, de manera harto resumida, una candidez o un cúmulo de buenas intenciones, a modo de lindas jaculatorias, sino que es una travesía de sumo interés en la medida en que se visitan cuestiones de máxima actualidad y de asuntos esenciales en lo que hace al pensar la política y lo político; al tiempo que muestra que el estado actual de cosas no puede cambiar automáticamente sino que la necesidad de la lucha, de la insumisión, de la resistencia y de la rebeldía (siempre hay razón para hacerlo que decía el otro) son perentorias.

Desde luego, en estos ensayos de Étienne Balibar nadie ha de esperar hallar unas propuestas acabadas y un catecismo presto para su inmediato uso, sino que es una interesante caja de herramientas que hacen pensar y dar vueltas a muchas de las ideas heredadas y dadas por buenas de una vez por todas, en un cabal empeño por huir del marxismo como discurso-rey, como clave única para la inteligibilidad del mundo sino teniendo en cuenta su historicidad, y su ubicación en unas disputas muy concretas de un tiempo determinado, y una apuesta por poner en pie una “política de la civilidad” no como antítesis de la insurrección, sino al contrario como rechazo de la anulación de los conflictos, mas con la voluntad redoblada de limitar las consecuencias autodestructivas, a las que habitualmente han conducido los procesos dichos revolucionarios. Siempre con el eje de la mentada igualibertad… que hace que «reivindicando simultáneamente la igualdad y la libertad, se reitere la enunciación que está en el origen de la ciudadanía universal moderna. Es esta combinación de conflictos y de instituciones a lo que llamo la traza de la igualibertad».

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